NEOLÍTICO (5.000-2500 a.C.)
Los
Alpujarreños
cultivaban
pequeños
huertos
en
los
valles
cercanos
a
Albondón
y
Albuñol
,
recolectaban
miel,
se
adornaban
con
collares
de
conchas
y
piedras
de
colores
y
su
calzado
eran
sandalias
de
esparto.
Este
pueblo
no
poseía
armas
de
guerra
y
su
forma
de
organización
social
era
un
matriarcado.
En
uno
de
los
enterramientos,
se
encontró
una
gran
diadema
de
oro
y
algunas
cápsulas
de
adormidera,
que
seguramente
se
utilizaban
en
los
ritos
funerarios
-The
Lost
Civilizations
of
the
Stone
Age,
Rudgley,
Richard,1999,
New
York:
The
Free
Press
y
Al
sur de Granada,
Gerald Brenan
, 1957-.
En
el
Museo
Arqueológico
de
Granada
y
clasificada
como
“Colección
Singular”
se
muestran
algunos
de
los
objetos
encontrados,
extraídos
de
la
Cueva
de
los
Murciélagos,
uno
de
los
yacimientos
neolíticos
más
importantes
de
la
Península
Ibérica
.
“La
Cueva
de
los
Murciélagos,
situada
en
la
sierra
litoral
de
la
Contraviesa
junto
a
la
localidad
de
Albuñol
,
fue
descubierta
en
1831
por
un
vecino
del
lugar
que
aprovechaba
la
capa
de
guano
depositado
por
los
murciélagos
en
la
entrada
de
la
cueva,
sustancia
que
pudo
ser
la
causante
de
la
buena
conservación
de
los
objetos
de
materia
orgánica
depositados
en
su
interior.
En
1857
una
compañía
minera
inició
la
explotación
de
la
cueva
debido
a
la
aparición
de
material
de
plomo.
Se
abrieron
varias
salas
en
el
interior,
donde
se
localizaron
y
destruyeron
objetos
de
gran
interés
arqueológico,
según
refiere
Manuel
de
Góngora
en
su
obra
de
1868.
Este
recuperó
algunos
de
manos
de
los
expoliadores,
con
cuyos
informes
reconstruiría
las
circunstancias
del
descubrimiento.
En
el
repertorio
de
materiales
recuperados
por
Góngora
destacan,
por
su
excepcional
conservación,
los
objetos
realizados
en
esparto:
distintos
tipos
de
cestillos,
tapaderas,
esteras
y
sandalias.
Las
dos
sandalias
del
Museo
Arqueológico
de
Granada
están
realizadas
en
esparto
con
núcleo
central
compuesto,
que
consiste
en
rodear
ese
núcleo
con
una
cuerda
en
espiral,
por
torsión
ó
trenzado,
que
completa
la
suela.
Entre
los
objetos
recuperados,
están
presentes
también
los
realizados
en
madera
de
roble,
como
medio
cuenco
y
dos
punzones
que
forman
parte
del
depósito
en
el
Museo
Arqueológico
de
Granada.
El
yacimiento
de
La
Cueva
de
los
Murciélagos
es
excepcional
debido
a
los
escasos
restos
orgánicos
prehistóricos
conservados
en
la
Península.”
-Junta
de
Andalucía. Consejería de Cultura-.
Las
últimas
investigaciones,
con
reflectografía
de
infrarrojos
han
permitido
detectar
la
presencia
de
una
decoración
geométrica
teñida,
difícil
de
observar
a
simple
vista,
sobre
algunos
cestillos
de
la
Cueva
de
los
Murciélagos
y
sistematizar
los
distintos
motivos
ornamentales.
Nuevas
dataciones
calibradas
de
C-14
sobre
muestras
de
esparto
permiten
situar
este
conjunto
neolítico entre finales del VI e inicios del V milenio.
EL PRIMER CALZADO DE LA HUMANIDAD
EN LA ALPUJARRA
CULTURA DEL GARCEL (2700-2400 a.C.)
Los
pobladores
del
Garcel
pertenecen
a
la
denominada
raza
mediterránea,
antecesora
de
la
íbera
que
se
desarrolló
en
la
Cuenca
del
Río
Almanzora,
en
Almería.
Construían
aldeas
fortificadas
y
casas
de
mimbre
y
barro.
Cultivan
el
olivo
y
la
vid,
almacenando
los
cereales
en
fosas.
Sus
armas
-puntas
de
flecha,
hachas,...-
eran
finamente
pulimentadas.
Hacia
el
año
2500
a.C.,
su
cultura
y
conocimientos,
cruzaron
el
Ródano
y
después
a
las
Islas
Británicas,
siendo
el
primer
pueblo
que
colonizó
Europa introduciendo la cultura neolítica.
El
yacimiento
más
importante
de
esta
cultura,
se
localiza
en
el
Garcel,
en
Antas
-Almería-,
siendo
declarado
el
29
de
abril
del
2008
Bien
de
Interés
Cultural.
Aunque
contiene
restos
del
Neolítico
Final,
es
quizás
el
precursor
de
la
Edad
del
Cobre.
El
estudio
de
sus
restos
se
inició
a
finales
del
Siglo
XIX
a
cargo
de
destacados
arqueólogos
de
la
época,
como
los
hermanos
Siret,
aunque
fueron
las
excavaciones
realizadas
en
1973
las
que
aportaron
los
datos
más
relevantes
y
descubrieron
estructuras
de
habitación,
producción
y
almacenamiento
pertenecientes
a
un
poblado del Cobre Antiguo.
EL PRIMER CULTIVO DEL OLIVO
LOS MILLARES (3350-2250 a.C.)
A
los
pies
de
la
Sierra
de
Gádor
floreció
esta
cultura
que
con
seguridad
originó
otras
más
evolucionadas
del
Mediterráneo,
con
uno
de
los
mayores
poblamientos
de
la
época
-unas
1500
personas-,
en
el
que
a
primera
vista
se
ve
un
largo
muro
y
foso
que
rodeaba
el
pueblo
de
cabañas
de
mimbre,
aunque
la
ciudadela
amurallada
poseía
otras
tres
murallas
con
torres
de
planta
semicircular,
bastiones
y
hasta
15
fortines,
que
probablemente
se
usaban
también
para
almacenar
grano.
La
necrópolis
alberga
un
centenar
de
tumbas
con
50
a
100
enterramientos
cada
una,
algunas
en
forma
de
“tholoi”;
las
cámaras
mortuorias
son
de
falsa
bóveda
y
se
comunican
por
pasadizos
de
losas
de
piedra
a
las
que
se
entra
por
un
recinto
en
el
que
posiblemente
se
realizaban
los
ritos
funerarios.
Entre
los
objetos
encontrados
destacan
vasijas
campaniformes,
discos
que
representan
a
la
diosa
madre,
adornos
de
ámbar
y
azabache,
animales
tallados
con
una
extraña
representación
de
ojos
gemelos,...
Las
últimas
dataciones
por
Carbono
14
del
poblado,
lo
sitúan
temporalmente
entre
finales
del
cuarto
milenio
a.C.
y
el
último
cuarto
del
tercer
milenio
a.C.
Estas
fechas
han
descartado
la
antigua
hipótesis
según
la
cual
colonos
del
Egeo
formaron
el
poblado
trayendo
consigo
los
enterramientos
en
forma
de
“tholoi”
y
la
metalurgia
-hipótesis
difusionista
del
origen
de
la
metalurgia
y
del
megalitismo
en
la
península
ibérica-.
Por
tanto,
cuando
se
fundó
el
poblado:
los
“tholoi”
del
Egeo
no
existían
todavía,
ya
que
los
primeros
documentados
son
de
mediados
del
tercer
milenio,
mientras
que
los
clásicos
como
el
tesoro
de
Atreo
son
del
Heládico
Reciente
-segunda
mitad
del
segundo
milenio
a.C.-;
en
el
Egeo
se
encontraban
en
la
etapa
del
Bronce
Antiguo,
y
ya
estaba
generalizada
la
aleación
con
estaño
para
formar
el
bronce,
mientras
que
en
los
Millares
se
utiliza
el
cobre.
Se
puede
concluir
que
la
aparición
de
la
metalurgia
responde
probablemente
a
un
descubrimiento
autóctono.
Fue
la
fabricación
de
armas
y
útiles
metálicos,
así
como
su
comercio,
el
elemento
diferenciador
que
propició
el
gran
desarrollo
de
esta
cultura,
aunque
la
actividad
principal
continuó
siendo la agricultura y la ganadería.
LA MAYOR CIUDAD DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Y ORIGEN DE LA METALURGIA.
CULTURA MEGALÍTICA (2.300-1700 a.C.)
Se
cree
que
la
Cultura
Megalítica
surgió
de
la
combinación
y
mezcla
entre
los
pueblos
que
conocían
los
metales
del
Este
de
Andalucía
(los
Millares),
los
habitantes
de
cuevas
y
los
ganaderos
del
valle
bajo
del
Guadalquivir,
al
Oeste
de
Andalucía.
Construían
tumbas
con
gigantescas
losas
de
piedra,
siendo
las
más
antiguas las de Antequera y Carmona.
Esta
cultura
se
extendió
por
toda
Europa,
llevando
consigo
los
conocimientos
en
el
trabajo
con
los
metales,
cultivos
y
esencialmente
su
religión,
dejando
sus
huellas
en
gigantescos
monumentos
funerarios
de
piedra,
llegando
hasta
Alemania,
Hungría,
Dinamarca,
y
las
Islas
Británicas
alrededor
del
2000
a.d.C.
(Avebury
y
Stonehenge).
Siendo
esta,
la
tercera
ocasión
en
que
los antiguos andaluces colonizan Europa.
Cerca
del
yacimiento
de
Los
Millares,
se
localiza
la
Necrópolis
Megalítica
de
Gádor
perteneciente
a
la
Edad
del
Cobre,
período
en
el
que
la
población
en
el
estuario
del
Andarax
tiende
a
concentrarse,
apareciendo
los
asentamientos
centrales
cerca
de
las
zonas
con
mayores
recursos,
que
pasan
a
controlar.
En
la
Necrópolis
Megalítica
de
Gádor,
las
tumbas
se
extienden
por
una
amplia
superficie
dando
lugar
a
una
“necrópolis
dispersa”,
por
la
gran
distancia
que
existe
entre
los
enterramientos.
Estas
construcciones
ocupan
normalmente
lugares
estratégicos
muy
extensos
en
torno a las vías naturales de comunicación.
CULTURA DEL ARGAR (1700-1300 a.C.)
Asentados
en
primer
lugar
en
la
Cuenca
del
Río
Almanzora.
Procedente
del
Este
Peninsular,
la
aparición
del
bronce
-combinación
del
estaño
y
el
cobre-,
hace
que
toda
la
zona
del
sureste
andaluz
se
desarrolle
con
un
nuevo
impulso
centrado
en
el
Argar
-muy
cerca
del
yacimiento
del
Garcel,
que
hace
suponer
que
las
culturas
no
desaparecen
sino
que evolucionan-.
Sus
pobladores
vestían
finas
túnicas
de
lino
teñidas
de
rojo
cinabrio
(el
cinabrio
es
un
metal
rosa-violáceo
del
que
se
obtiene
el
mercurio)
abrochadas
por
los
lados,
dejando
largas
y
muy
cuidadas
sus
cabelleras;
gustaban
de
adornarse
c
o
n
gran
cantidad
de
collares,
pendientes
de
plata,
marfil,...
Sus
pueblos,
de
varios
centenares
de
habitantes,
estaban
fortificados
y
las
casas
eran
de
piedra
de
dos
plantas
con
tejados
planos
cubiertos
de
arcilla
-muy
parecidas
a
las
actuales
viviendas
alpujarreñas-.
Los
enterramientos
se
hacían
en
una
vasija
de
barro,
marido
y
mujer
juntos
y
al
mismo
tiempo
-no
se
sabe
a
quien
de
los
dos
se
sacrificaba,
quizás
al
que
sobrevivía...
por
poco tiempo-.
IBERIA Y TARTESOS (1400-500 a.C.)
El
núcleo
principal
del
Estado
Tartésico
se
desarrolló
en
el
Bajo
Guadalquivir,
extendiendo
su
poder
hasta
las
principales
zonas
mineras
de
Linares
y
Alpujarra,
frenando
de
alguna
manera
a
los
celtas
que
invadían
toda Europa y la mayor parte de La Península Ibérica.
Las
leyendas
de
entonces
contaban
que
los
caballos
de
Tartesos
comían
en
pesebres
de
plata,
y
que
los
escudos
y
espolones
de
los
barcos
de
Ulises
adornaban
el
Templo
de
Atenea
en
Ugíjar
-cuyo
nombre
se
cree
que
es
una
derivación
del
griego
“Odysseia”-.
Por
cierto,
la
Adra
de
La
Alpujarra
Almeriense
proviene
asimismo
del
griego
“Abdera”
y
dos
colonias
jónicas
situadas
en
Tracia
se
llamarán
después
así.
En
esta
época,
se
crearon
además
de
Adra,
multitud
de
colonias
en
toda
la
Costa
de
las
culturas
que
poblaron
el
Mediterráneo:
griegos,
fenicios,
egipcios,
libios,
cartagineses,...
todos
buscando
el
comercio
y
estableciendo
con
los
pueblos
íberos
del
interior
un
importante
flujo
comercial.
El
pueblo
tartésico,
al
igual
que
el
íbero,
poseía
una
elevada
organización
social,
económica,
política,
militar
y
religiosa,
poseyendo
ambos
pueblos
lenguas
escritas.
Estos
pueblos
y
parte
de
su
cultura
siguieron
permaneciendo,
incluso
en
época
de
dominación
romana,
a
pesar
-o
quizás
por
este
motivo- de la fragmentación-desunión de sus pueblos.
En
la
Biblia
aparecen
referencias
a
un
lugar
llamado
“Tarshish”,
también
conocido
como
“Tarsis”
o
“Tarsisch”.
En
el
Libro
de
los
Reyes
se
nos
cuenta
que
“En
efecto,
el
Rey
Salomón
tenía
naves
de
Tarsis
en
el
mar
junto
con
las
naves
de
Hiram.
Las
naves
de
Tarsis
venían
una
vez
cada
tres
años
y
traían
oro,
plata,
marfil,
monos
y
pavos
reales”.
Cuenta
la
leyenda
que
Gerión
fue
el
primer
rey
mitológico
de
Tartesos:
era
un
gigante
tricéfalo
que
pastoreaba
sus
grandes
manadas
de
bueyes
a
las
orillas
del
Guadalquivir.
El
mito
dice
que
una
de
las
doce
pruebas
de
Heracles
-
Hércules-
era
el
robo
de
los
bueyes
de
Gerión.
El
primer
rey
histórico
de
Tartesos
fue
Argantonio,
y
el
último
de
su
reino.
Según
Heródoto,
historiador
y
geógrafo
griego
que
vivió
entre
el
484
y
el
425
a.C.,
Argantonio
vivió
120
años
-aunque
algunos
historiadores
piensan
que
puede
referirse
a
varios
reyes
conocidos
por
el
mismo
nombre-.
También
dice
Heródoto
que
su
reinado
duró
80
años,
desde
el
630
a.
C.
al
580
a.
C.
y
que
favoreció
el
comercio
con
los
griegos
foceos
durante
40
años,
instalando varias colonias costeras durante su reinado.
PREHISTORIA